jueves, 17 de junio de 2021

ALUMNOS/AS DE INFANTIL Y PRIMARIA DEL C.P. "CERRO DE LA CRUZ" DE CORTES VISITAN LA GALERÍA EXPOSITIVA

Durante toda la mañana de ayer, en vísperas del comienzo de las vacaciones escolares, he recibido la visita de alrededor de 90 alumnos/as del Colegio Público "Cerro de la Cruz" de Cortes, pertenecientes a los cursos de 3º de Educación Infantil y 1º y 2º de Educación Primaria, acompañados de sus respectivas/os profes.

El reto, mi preocupación previa, consistía en que los chavales, con edades tan tempranas [5, 6 y 7 años] pudiesen identificar los materiales recuperados con los que están ensambladas las piezas y objetos de la exposición, y por otro lado, la comprensión del concepto "reciclaje creativo".

Con el trabajo preliminar que los alumnos habían realizado en clase y la ayuda presencial de sus profes, creo que, entre todos, logramos inculcar, sin profundizar demasiado, la cantidad de problemas que hoy en día afectan a la calidad de vida de las personas, el deterioro del medio ambiente y la importancia del reciclaje como estrategia para su conservación.

En este sentido, la educación infantil resulta un proceso clave para producir cambios de actitudes entre la población. La educación primaria es la base fundamental para el desarrollo del niño/a, y aunque tiene su propio ritmo y estilo de aprendizaje, se caracteriza por su espontaneidad y sobre todo, por su asombrosa imaginación.

Por eso hago mía la frase: "Un adulto creativo es un niño que ha sobrevivido".

Con la explicación del slogan que identifica esta exposición: "Dame la mano y vamos a darle la vuelta al mundo", enseguida los chavales comprendieron que no se trata de una invitación para hacer un viaje turístico alrededor del mundo, sino de unirnos, mano con mano, para tratar de darle la vuelta a lo que estamos haciendo tan mal y que está en nuestras manos resolverlo. De lo contrario, el desastre ambiental nos conduce al suicidio como especie.

Gracias a los/as profes del Colegio "Cerro de la Cruz", que yo prefiero llamarles por su nombre, por lo que son: MAESTROS y MAESTRAS, por esta iniciativa, que al margen de lo apuntado anteriormente, me han permitido disfrutar de esta experiencia y de una jornada especial. 

Chavales, que disfrutéis del verano y también vuestros maestros, que sin duda son los que más se lo merecen, y a la vuelta de las vacaciones espero volver a encontrarnos.

Un saco de gracias por vuestra visita.

PmM

3º EDUCACIÓN INFANTIL

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1º EDUCACIÓN PRIMARIA

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2º EDUCACIÓN PRIMARIA

[Cuando nos lleguen el resto de las fotos las publicaremos]

miércoles, 12 de abril de 2017

EL RASTRO DE ZARAGOZA. FUENTE DE RECURSOS E INSPIRACIÓN

 A principios del mes de Diciembre de 2014 me decidí a visitar por primera vez la actual ubicación del rastro de Zaragoza, que tiene lugar todos los domingos por la mañana  y los miércoles que coinciden con calendario festivo.

Varios convecinos amigos, asiduos a este rastro maño, me hablaban de él y por ello me interesé ante la posibilidad de encontrar material que me sirviese para la elaboración de alguno de mis proyectos creativos.

De la mano de mi colega Carlos Sebastián, pintor decorador de profesión y artista del metal reciclado por vocación, curtido conocedor de los entresijos del rastro y sus moradores, me adentro en este submundo por descubrir en esta mi primera visita al rastro zaragozano.

Su actual emplazamiento, que ocupa una superficie de 162.547 metros cuadrados en el inservible parking de la Expo junto al barrio de la Almozara, se ubica en el aparcamiento sur de la Expo de Zaragoza, tras la Estación de Delicias.

 El nuevo solar para el rastro zaragozano cuenta con dos módulos de aseos y de cafeterías en sus extremos, para atender la demanda de sus visitantes.

No es el Rastro de Madrid, ni mucho menos, pero yo gocé como los chiquillos en Port Aventura, recorriendo los numerosos y caóticos puestos, disfrutando de su ambiente y observando la diversidad de materiales que podrían encajar en mis ideas.

No tiene la pátina, la solera, el encanto del Rastro madrileño, con sus callejuelas y establecimientos fijos, ya que es una gran explanada expuesta a todas las inclemencias del tiempo y sobre todo al violento y racheado cierzo. Pero eso sí, es un espacio muy ventilado en invierno y muy soleado en verano.

Pero bueno, abrigándose bien en invierno o con sombrero en verano, se puede disfrutar recorriendo sus puestos, separados por una calle central del mercadillo generalista, con sus centenares de puestos de ropa, lencería, calzado, bolsos, marroquinería y un sinfín de retales y paños de todos los colores a precios de ganga.

Centrándonos en el rastro de segunda mano, la gente mira, observa,  pregunta y regatea por los diversos e insospechados objetos puestos a la venta, o simplemente pasea, mientras la policía municipal merodea entre las calles, retirando los puestos “ilegales”  y la hierbabuena y el perejil que acaban de requisar a quienes intentaban sacarse algún dinerillo vendiendo por libre estas hierbas de aderezo.

Todos los vendedores del Rastro tienen actualmente un puesto asignado por el Ayuntamiento, marcado y numerado en el suelo de la calle y pagan una contribución municipal en función del espacio ocupado y de su ubicación.

Entre magrebíes, payos y gitanos, se distribuyen estos espacios, sobre todo destacando estos últimos, por la importancia que desde un principio ha tenido la etnia gitana en la historia del rastro.

En sus puestos podemos encontrar a la venta todo tipo de utensilios, muebles y cachivaches averiados por el tiempo, castigados por la fortuna o sustraídos por el ingenio a sus legítimos dueños.

Allí es donde acuden a proveerse de los respectivos menesteres las clases desfavorecidas, los emigrantes en busca de oportunidades, y los artistas y artesanos rastreando materiales para su creatividad.

A los tinglados de los chamarileros, henchidos de todo tipo de herramientas, aperos agrícolas, cerraduras, material de electricidad, bombillas, repuestos de automóvil, grifos antiguos, objetos de decoración, lámparas, cazos, sartenes, candiles, relojes, cadenas y otras baratijas, montones improvisados de libros, comics, estampas y cuadros viejos, CDs y discos de vinilo, instrumentos de música, accesorios de informática y ofimática, material fotográfico, que cubren desordenadamente el pequeño espacio de pavimento que dejan los puestos fijos, acuden los rebuscadores de antigüedades, arqueólogos y numismáticos del deshecho, bibliógrafos y coleccionistas de lo viejo..."

Algunos revendedores se quejan de que ahora hay más regateo que antes por la crisis y otros son reacios con las nuevas tecnologías, ya que “desde que han surgido las televisiones de pantalla plana, la gente ya no compra las muñecas y los toricos de adorno como antes, porque no caben encima del aparato”.

Este primer día fue un recorrido rápido, quería ver todo y apenas adquirí algunas chatarrillas iniciándome en el regateo, pero llegué a la conclusión de que este paraíso de Diógenes era una gran fuente de recursos e inspiración, y a partir de este día me hice visitante asiduo de este gran bazar en busca de tesoros.

A día de hoy, hemos formado una pequeña cuadrilla de parroquianos asiduos al rastro dominguero zaragozano, compuesta, además de un servidor, por mi colega Carlos el pintor, Pedro, el carpintero de Murchante, Dorín, el rumano afincado en Zaragoza y  quien nos ha bautizado como “los dionisios”, confundiendo a Diógenes, asociado con la acumulación de grandes cantidades de basura y desperdicios domésticos, con Dionisio, dios griego del vino. Puntualmente, a las 9 de la mañana, nos reunimos en la cafetería sur del rastro para tomamos un café, aunque Dorín que es un gentleman reacio porque lo sirven en recipiente de plástico y trata de convencernos para salir fuera del rastro para saborear el café en vaso de cristal y que de momento no lo ha conseguido.

  

 

martes, 12 de abril de 2016

EXPOSICIÓN INSTALADA EN EL BAR RESTAURANTE CHARLY DE CORTES [NAVARRA]

La exposición tuvo lugar durante los días 8, 9 y 10 de Abril, en el Bar Restaurante Charly en la localidad de Cortes [Navarra]. A continuación, algunas imágenes de la exposición.


 


 

 

  

 

   

miércoles, 4 de febrero de 2015

LOS ZAPATOS QUE UNO DESECHA...

Repasando mi cuaderno de notas me he detenido en el siguiente artículo de Manuel Vicent, titulado “ZAPATOS”, que hace referencia a las sucesivas etapas psicológicas de la vida a través de un par de zapatos viejos y que no he podido resistir la tentación de asociar con la idea de este blog, y qué mejor para ilustrar su prólogo.


Los zapatos que uno desecha, si van a parar a un basurero distinto, se llevan también el alma dividida.





















ZAPATOS
A la hora de desechar por viejos a un par de zapatos piensa qué será de ellos si van a parar cada uno a un distinto contenedor de basura, después de haber pasado juntos toda la vida. Ante el destino aciago que los ha separado, los zapatos viejos suelen llorar cada uno por su lado al recordar que un día calzaron a aquel niño salvaje que trepaba por los árboles; a aquel chaval nervioso que daba patadas a los botes en la calle camino del colegio; a aquel chico enamorado que los lustraba para ir a bailar con la novia a las verbenas; a aquel joven inconformista que siempre iba detrás de una pancarta equivocada; a aquel recién casado que durante el paseo en las tardes desoladas de domingo los arrastraba en silencio junto a su mujer tirando de un carrito de bebé; a aquel señor metido en política que tuvo que pisar innumerables charcos; a aquel anciano melancólico que renunció a ellos cuando ya no podía atarse los cordones si no era blasfemando. La historia de cada persona puede ser escrita a través de los zapatos que ha calzado a lo largo de los años: aquellos que dejó en el balcón la noche de Reyes; o aquellos de dos tonos, blancos y color café, con rejilla, de hortera; o las botas rudas de excursionista buscador de setas; o los mocasines de tafilete con dos borlitas, de lechuguino; o los últimos con las suelas pintadas de negro betún de Judea con los que cualquiera será enterrado. El alma se le baja a uno hasta los pies al caminar y gracias a que queda atrapada en los zapatos, no se pierde en la calle a merced de cualquier perro sarnoso que quiera pasarle la lengua después de olisquearla. Uno siempre es responsable de los zapatos que calza y a partir de ellos, como si fueran raíces llenas del fermento de la tierra, el individuo se desarrolla. Subiendo por las piernas, las caderas y las vísceras se puede llegar al alma de cada persona, que suele ser de la misma calidad de piel y de una horma parecida. En la memoria están todos los zapatos que uno ha llevado, los indómitos, los flexibles, los dóciles, los correosos, según las sucesivas etapas psicológicas de una vida. Los zapatos que uno desecha, si van a parar a un basurero distinto, se llevan también el alma dividida. Y allí puede que recuerden con orgullo o desprecio al individuo que los calzó.

[Manuel Vicent. El País 08/01/2012]